Una nueva cartografía de la lectura en Chile

Por Alonso Castillo.

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Hace un tiempo, en un post anterior, les contamos dónde leen los chilenos y se enteraron que los principales lugares eran:  el colectivo, el baño, el dormitorio y  el metro. Pero esa fue una primera aproximación a los resultados de un estudio desarrollado por el  Observatorio del Libro y la Lectura   sobre hábitos y prácticas lectoras “¿Dónde lees tú?” para el que encuestaron a  3 mil personas  entre octubre y noviembre de 2012 asistentes a la Feria Internacional del Libro de Santiago. Pero esos eran los resultados gruesos en un video.

Ahora, el  Observatorio del Libro y la Lectura entrega todos los resultados de la encuesta además de un estudio a cargo de la socióloga Daniela Vega, en el que se analiza en profundidad la emergencia de nuevos fenómenos  que dan cuenta de posibles transformaciones en las prácticas, lugares y gustos de lectura, en los que se debe considera aspectos sociales importantes como  género, edad, ocupación y lugar en el que viven los encuestados y ver cómo influyen los  espacios, públicos y privados, en las prácticas lectoras. Esto es de real importancia cuando este estudio pretende otorgar información para la mejora en la implementación de  políticas públicas que pretendan fomentar la lectura.

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Resultados

Uno de los resultados más relevantes del estudio es que el espacio privado sigue siendo el lugar más relevante para la lectura, en todas las edades y géneros. El lugar preferido es el dormitorio (84%), seguido por el metro (48%), sala de estar o living (46%), micro (44%) y baño (42%). Se debe entender entonces que la intimidad e individualidad sigue siendo central para comprender las práctica actual de la lectura en Chile.

Desde una perspectiva de género, cabe destacar que tanto el hogar como los espacios públicos son sexuados. La encuesta revela aspectos muy asociados a los roles que se asumen en la vida cotidiana, como que los hombres leen más en el baño, aislados de la dinámica cotidiana, mientras que las mujeres leen más fuera de casa, puesto que dentro son absorbidas por el trabajo reproductivo y de cuidado.

Así también se puede apreciar en los resultados como la edad, la ocupación y el estrato social donde se ubica a los encuestados  marcará diferencias relevantes: los jóvenes de 18 a 29 años leen más en el metro, micro y bibliotecas, dado que la mayoría son estudiantes que se movilizan dentro de la ciudad y utilizan instituciones educativas y de formación.
El tramo de 30 a 39 años lee más en el baño y lugar de trabajo, entendiendo que en esa edad la mayoría de las personas trabajan y destinan más tiempo a una lectura «funcional» o bien a una lectura por placer al interior del hogar.
Por último, el tramo de 40 a 55 años, señala leer más en lugares de ocio y vacaciones, como playa, lago o montaña, salas de espera y salas de estar. Este grupo permite hipotetizar la existencia de una concepción de lectura por placer, asociada a lugares de ocio y entretenimiento, aspecto mucho más marcado que en otras edades y propia de aquellos quienes viven en lugares de mayor escolaridad y altos ingresos como lo es en Santiago las comunas de Las Condes, Providencia o La Florida.

Espacios

El estudio entregado por  la socióloga Daniela Vega, se puede ver que los resultados arrojan que las  personas que viven en las comunas de Puente Alto, La Florida y Maipú, que son las que tienen  mayor población y heterogeneidad social de la Región Metropolitana, leen en el metro. Además, Florida y Ñuñoa leen en el baño y Maipú, en la micro.  Así se puede apreciar la relevancia que adquieren los medios de transporte públicos al momento de influir  en las prácticas lectoras,  pues la micro (colectivo) y el metro los lugares más relevantes para leer. Esto no debe sorprender, de hecho se repite en las grandes ciudades,  si se considera la progresiva congestión de tránsito y los altos tiempos de viaje que experimentan las personas  en el transporte público.

lectura metro

El no estar da para preguntar. Eso pasa con el espacio de las las bibliotecas. Este estudio muestra que han perdido importancia como un espacio público para leer: ¿qué ocurre con la oferta de servicios de las bibliotecas públicas?, ¿está cubriendo los intereses de los lectores? ¿se está ajustando a las condiciones que se requieren? se pregunta el estudio e inmediatamente ensay una respuesta:  Es posible hipotetizar cierto agotamiento de la biblioteca pública, dado que su figura se asocia a un tipo de lectura «enciclopédica» o «escolarizante», cuya circulación se ha modificado a causa de las herramientas digitales y virtuales como Google, Wikipedia, y otras fuentes de información en internet. Por ello, este espacio tiene el desafío de reconfigurarse y adaptarse a las nuevas condiciones que imponen los mismos lectores y lectoras.

Recomendaciones

El estudio, como era su objetivo, pretende ser un aporte en varios aspectos. Por ello, se permite entregar algunas recomendaciones de políticas de fomento lector

En el espacio público y comunitario:

  •  A nivel local, resignificar y/o replantear el sentido de la biblioteca pública como lugar abierto, diversificar su oferta cultural y acercar a la comunidad mediante redes con organizaciones y establecimientos escolares.
  • Habilitar de redes lectoras comunitarias o barriales que permitan una circulación del libro de forma mucho más cercana a la población.

En los medios de transporte urbanos:

  • Potenciar y resguardar los espacios ganados de lectura en el metro dado que a causa del hacinamiento, es posible que los índices disminuyan. Evaluar medidas que pueden estar siendo contraproducentes para la lectura: la colocación de televisores y música en alto volumen.
  • Generación de políticas desde Transantiago para complementar su oferta de programas culturales, con el desarrollo de micro bibliotecas en movimiento o «libros viajeros».

Para futuras investigaciones:
De los resultados de la encuesta ¿Dónde lees tú? se desprenden nuevas áreas para profundizar el estudio de las prácticas lectoras, por ejemplo, analizar el creciente lugar de la lectura digital. Este factor es importante pues, aun considerando que se trata de un formato acotado por condiciones económicas restrictivas en el acceso a la tecnología, se aprecia que la población cada vez tiene mayor acceso al mercado a aparatos como smartphones, tablet, ipads, etc, que son utilizados «en movimiento».

Asimismo, sería importante desarrollar un análisis sobre el abordaje de las políticas de fomento lector a nivel local, es decir, cuáles son los objetivos y estrategias que implementan los municipios y las corporaciones culturales para acercar a la ciudadanía al libro y evaluar experiencias exitosas o buenas prácticas.

Por último, cabría desarrollar un estudio cuanti y cualitativo respecto a las prácticas lectoras en medios de transporte y otros espacios públicos, que entregue información útil para diseñar políticas de fomento lector. Interesaría saber quiénes leen en las micros/metro, qué tipo de lectura hacen, frecuencia, destinos, géneros literarios, etc.

Los resultados aparecen muy reveladores y consecuentes con la dinámica del mundo actual. Que se realicen y se sometan a estudio siempre es un aporte, sobre todo si dan luces de cómo debieran ser y aplicarse las políticas públicas para que tengan un real impacto, sobre todo cuando estamos hablando de aumentar los niveles de lectoría en un país.

Si te interesó el tema, puedes mirar el estudio completo que entregó la  socióloga Daniela Vega,  para eso pincha acá.
Si quieres saber más sobre est estudio y otros temas relacionados visita la web del  Observatorio del Libro y la Lectura.

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